El nuevo telescopio de caza de exoplanetas de la NASA ha descubierto su planeta más pequeño: un mundo en algún lugar entre los tamaños de la Tierra y su hermana menor, Marte.
El planeta se llama L 98-59b porque se encuentra en un sistema estelar cercano llamado L 98-59 que está a 35 años luz de nuestro sistema solar en la constelación meridional de Volans. L 98-59b no es el exoplaneta más pequeño jamás descubierto: ese registro pertenece a una pequeña roca llamada Kepler-37b, que es solo un quinto más grande que la luna de la Tierra. Pero desde que el telescopio espacial Satélite de Inspección de Exoplanetas (TESS) más avanzado de la NASA entró en línea, reemplazando el antiguo telescopio Kepler, este es el planeta más pequeño que la NASA ha logrado ver.
L 98-59b es uno de los tres planetas descubiertos en el sistema e informado en un artículo publicado hoy (27 de junio) en The Astronomical Journal. Los otros dos son 1.4 y 1.6 veces el ancho de la Tierra.
Estos planetas se suman al todavía pequeño catálogo de exoplanetas de la humanidad, similar en tamaño a la Tierra. La mayoría de los exoplanetas que los astrónomos pueden detectar son mucho más grandes que nuestro planeta.
Para hacer estas detecciones, TESS no observó los planetas directamente; son demasiado pequeños y tenues para eso, especialmente sentados junto a su estrella brillante. En cambio, el telescopio vio sus sombras cuando los orbes pasaron entre su estrella y el telescopio.
Los planetas orbitan una estrella mucho más pequeña que nuestro sol, pero están mucho más cerca de ella. L 98-59b tiene la órbita más pequeña, completando un circuito completo de su estrella cada dos días y 6 horas, y recibiendo 22 veces la energía que la Tierra absorbe del sol. Eso casi seguramente lo hace inhabitable (es decir, demasiado caliente), al igual que sus mundos hermanos detectados.
Sin embargo, los investigadores escribieron que este sistema es especialmente interesante porque los planetas están orbitando una estrella tan brillante que le permitirá a TESS recopilar una cantidad inusual de datos de ellos. Las mediciones minuciosas de sus órbitas podrían permitir a los científicos averiguar si hay otros planetas en el sistema tirando de ellos con gravedad, tal vez incluso planetas en la zona habitable de esa estrella. Eso podría ofrecer datos valiosos sobre cómo se forman planetas pequeños y rocosos como el nuestro. Los investigadores también esperan saber si los planetas tienen atmósferas, en función de cómo agregan color a la luz que viene de la estrella cuando pasan frente a ella.